Los modernos programas informáticos que
utilizamos los profesores para evaluar a los alumnos no contemplan la
posibilidad de otorgar un merecido 0. Ni que el chavalito entregue el examen en
blanco, ni que de por saco todo lo habido y por haber, ni que no sepa hacer la
O (no el 0) con un canuto o sea un absentista empedernido. ¿Y si pillo a uno
copiando? El cero no existe, se ha evaporado, es un prófugo que nadie echa en
falta.
Se entiende que el 0 es ofensivo, exponente del fracaso sin paliativos, nuestra sociedad color de rosa no puede tolerar exhibiciones de verdad. Imagínate que los padres o el inspector nos interrogan por semejante exhibición de nulidad. O sea, los profes somos los responsables del 0 pero en cambio es de los alumnos el mérito del 10. ¡Chúpate esa! Moraleja: ojos que no ven, corazón que no siente. Se borra del sistema el dígito fuente de la discordia y listos. Sin preguntar, sin aclarar el motivo, el profesor coloca un eufemístico 1 sin que el interfecto evaluado sepa por qué le subieron el rendimiento sin su consentimiento. La nimia inflación, a largo término, tendrá perniciosas consecuencias sobre la cultura del esfuerzo. Tampoco se nos escape que, aunque minúsculo, nos enfrentamos a un caso de corrupción institucional que sienta los primeros brochazos del maquillaje del fracaso escolar.
Se entiende que el 0 es ofensivo, exponente del fracaso sin paliativos, nuestra sociedad color de rosa no puede tolerar exhibiciones de verdad. Imagínate que los padres o el inspector nos interrogan por semejante exhibición de nulidad. O sea, los profes somos los responsables del 0 pero en cambio es de los alumnos el mérito del 10. ¡Chúpate esa! Moraleja: ojos que no ven, corazón que no siente. Se borra del sistema el dígito fuente de la discordia y listos. Sin preguntar, sin aclarar el motivo, el profesor coloca un eufemístico 1 sin que el interfecto evaluado sepa por qué le subieron el rendimiento sin su consentimiento. La nimia inflación, a largo término, tendrá perniciosas consecuencias sobre la cultura del esfuerzo. Tampoco se nos escape que, aunque minúsculo, nos enfrentamos a un caso de corrupción institucional que sienta los primeros brochazos del maquillaje del fracaso escolar.
Si no existe el 0 tampoco tiene razón el temido
Muy Deficiente (MD), el hombre del saco para los estudiantes de mi generación.
Menos para Porras (así se llamaba mi sagaz compi de octavo de EGB) que
convenció a sus padres de que MD era la abreviatura de Muy Deportivo. Los
alumnos de principios del siglo XXI solo se exponen a un consolador Insuficiente,
y eso no es tan grave, es superable, ánimo, chaval, no has puesto nada en el
examen, no tienes ni puta idea, no has estudiado ni un minuto, no has sudado la
camiseta, pero la hipocresía del sistema esconde tu desidia debajo del felpudo
y ya encontraremos una solución para evitar que desgastes las coderas de tu
sudadera de marca.
En cuatro sencillos pasos el ínclito vago puede
alcanzar el 5 ansiado (parece una publicidad de academia a distancia CEAC).
Márcate el objetivo del 2, no requiere más habilidad que buen comportamiento
(no liarla como dicen estos adolescentes modernos) y una buena dosis de
silencio (con suerte te confunden con un autista impuro). El 3 te lo puedes
ganar con la pena, búscate algún lío familiar que justifique tus distracciones
constantes, en conversación privada con el tutor asédiale de buena voluntad, percute
en el futuro, la evaluación que viene estudiarás como un cosaco y fuerza que te
concierte una visita con la psicopedagoga que puede ser una aliada perfecta en
la junta de evaluación. Ya estás en una nota decente, aceptable, detrás de ti
queda el desaparecido 0, el regalado 1 y los santurrones del 2. Para encaramarte
al 4 caben varias opciones: a) chuleta de cordero (en la manga, en el móvil,
debajo del muslito…) b) chivatazo del vecino empollón por chantaje o por
soborno c) estudiar moderadamente, acertar un par de preguntas puede borrar tu
endémica fama de cateto. Si no apruebas, por lo menos con el 4 puedes venderles a tus padres
buena voluntad, empeño, ganas de mejorar, puede que no se lo crean, por lo
tanto, vamos a por ese suficente que ya tienes a tiro de piedra. El 5 puede estar escondido entre las debilidades
del profe, investiga y rebusca en sus filias y sus fobias, si le gusta la buena letra o la grandilocuencias narrativas, si no soporta la heterodoxia o si las preguntas siempre las quiere en rojo. Todo vale. No descuides tu mejor cara de obediente ni recogerle el boli cuantas veces vaya al suelo. El
servilismo y la docilidad es una actitud muy valorada por los profes que lidian
cada día con energúmenos que se han enrocado en el 1. Tú eres un ganador, ya
estás casi en la cumbre sin tener que sacrificar tontamente tu tiempo de
ocio.
Ya os advertí que el exilio del 0 nos
traería problemas, si alguien lo ve por
el Rastro o en el alguna quedada retro que le diga de mi parte que siento nostalgia de los tiempos en que las naranjas sabían a naranjas.
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