Me gusta estar en la vanguardia. No quiero ser
menos, ni yo ni mi blog. Todos los medios de comunicación han puesto su
chiringuito en la plaza de san Pedro del Vaticano esperando que la chimenea
deje escapar el humo blanco (si es negro, a repetir toca) y un servidor no
tiene posibles pero tiene imaginación.
Lo más parecido a un cónclave en el mundo
escolar es la elección de delegado. La de director ya nos la han guindado a los
profes, un show censurado por la administración a base de decretazos. El
inspector nos impone al Papa que nos conviene, en un simulacro democrático se
abren las listas de candidatos pero todo el mundo sabe que será el designado
por el poder el que obtendrá la trucada idoneidad. Sí, sí, hay una comisión de
evaluación, sí, sí, que los méritos y la entrevista, sí, sí, que
sorprendentemente los criterios y los baremos se adaptan al gusto del
demandante, que estamos en España, que sabemos de la transparencia de la
mayoría de las oposiciones, que no nos chupamos el dedo. Obviamente, el poder
teme que en tiempos de indignación el populacho imponga su voluntad y se monten minirevoluciones en los institutos. Vaya a ser que el cardenal elegido por
la Curia (Claustro) obedezca a los que lo eligieron en lugar de a Dios (Administración Todopoderosa). Lo
mejor, dejarlo todo atado y bien atado (de dónde saqué yo la frasecita).
Angelo Sodano, el decano del colegio
cardenalicio pidió a los electores que eligiesen a “un buen pastor”. El tutor alienta a sus alumnos a escoger a “un buen
representante”. Bla, bla, bla… Dentro del cónclave los codos funcionan con gran
habilidad y en la clase también. Parece ser que los favoritos en las quinielas
iniciales son el italiano Angelo Scola y el brasileño Odilo Pedro Scherer. En
la clase suele haber dos facciones también. Los que se inclinan por el más
tonto y los que finan sus preferencias en el más responsable. Luego viene el
clientelismo, tú me votas a mí y yo a ti, tú eres mi amigo y no me puedes hacer
esto. El voto es secreto pero estos zagales se lo cascan a las primeras de
cambio. El tonto de la clase asegura falta de criterio, los truhanes se lo
rifarán para conseguir prebendas. El responsable de la clase asegura docilidad
al sistema, el profe se queda tranquilo si sale elegido, un interlocutor válido
para las cuestiones burocráticas que se le encargan. No sé qué pasa últimamente
pero los crápulas tienen mucho predicamento para el puesto de delegado.
El Vatileaks, el funcionamiento del Banco del
Vaticano y los casos de tocamientos impuros no ponen fácil el próximo
pontificado (algunos piensan que Benedicto XVI se ha cagado y se ha hecho el
muerto en vida). Ser el representante de una jauría de lechuzos puede tener su
dificultad y son muchos los alumnos que escurren el bulto cuando alguien los
señala como posibles candidatos.
Los cardenales que participan en el cónclave de
despidieron de sus fieles por Twitter la noche antes de su inicio. Qué
modernidad, amigos. Los alumnos se jalean a voces antes de doblar las
papeletas. ¿La Iglesia se moderniza? ¿La educación se anquilosa? Ora pro nobis.
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