divendres, 28 de juny del 2013

TODO A CIEN



Ha querido la casualidad que el último post de VOZ ÁCIDA sea el número 100 desde que inicié este proyecto. ¡No nos dejes Jordi! ¿Qué haremos los desvalidos lectores sin el calor de tus agudos pensamientos? ¿Cómo podremos transitar en este valle de lágrimas sin la luz que desprenden tu afilada pluma? Tranquilo, pueblo, tranquilo. No os dejo (y espero que vosotros a mí tampoco, cabritos). Hoy acaba VOZ ÁCIDA y el lunes empieza VOZ ÁCIDA DE VERANO. Llámenme chorra (y no les faltará razón) pero me hace ilusión remodelar un poco el decorado de mi blog y adaptarlo a las necesidades estivales. Antes les dejo las escurriduras (expresión materna).
No pudieron imaginar aquellos primeros propietarios el mal que nos llegarían a hacer. Creyeron haber inventado la sopa de ajo, la cuadratura del círculo mercantil pero, a la chita callando, nos inculcaron unos hábitos que ahora son los que nos impiden levantar el techo que se nos ha venido encima. Hablo de las tiendas de TODO A CIEN.


Nacieron en tiempo de las pesetas y fueron las precursoras de los bazares chinos que se han multiplicado geométricamente en todos los barrios de nuestras ciudades. Los productos que se podían adquirir en estos nuevos antros seguían el protocolo de la triple B: bueno, bonito y barato. A los tres días comprobábamos que no era bueno (se había chingao sin mediar motivo), ni bonito (se había desteñido el falso esplendor con las dos primeras rozaduras), ni tampoco era barato (si no duraba y había que comprar otro la inversión era poco rentable). La competencia voraz de estos chiringuitos multiespecialidad ahogó a las tiendas de toda la vida. C’est la vie!  Los neoliberales proclamaron a los cuatro vientos sus teorías sobre la competencia, la desregulación y otras mentiras disfrazadas de verdades. Si cogemos el gran angular apreciaremos que la sociedad actual se ha convertido en una gran tienda de TODO A CIEN. Los valores sobre los que debería sustentarse el progreso son de ñigoñago y nos han llevado a creernos cosas que no somos.
Tiro de nostalgia a mansalva para recordar otras vacaciones y otros veranos que poco tienen que ver con éste que ahora empieza. ¿Recuerdan los veranos en que los niños que no habían estudiado se quedaban castigados sin pisar la calle? ¿Recuerdan a las niñas (tradición machista detestable) que tampoco pisaban la rue hasta que no dejaban la casa como los chorros del oro? ¿Recuerdan los niños/as que hacían recados sin rechistar o que acompañaban a su madre al mercado? ¿Recuerdan los veranos en que el único destino turístico era el pueblo de tus padres y que la tecnología más sofisticada era el botijo? ¿Nos aburríamos con estilo, verdad? ¿Recuerdan aquellos veranos en que los abuelos reprendían por la calle a los gamberretes sin miedo a que les devolvieran un improperio?
Siempre le podremos echar la culpa de lo que nos sucede a los espejismos que nos vendieron en las tiendas de TODO A CIEN. 
Fin del post centenario.  

dijous, 27 de juny del 2013

TRILEROS



           -La vida va demasiado rápida.

No paro de martillear a mi pareja con esta sentencia con ínfulas lapidarias. Pero es que lo siento así. Consumo gran parte de mi tiempo rememorando lo sucedido. La realidad está salpicada de detalles que nos pasan absolutamente desapercibidos y tengo la profunda convicción de que ahí, en esas milésimas de segundo que pasaron raudas o en ese milígramo que no podría registrar la mayoría de balanzas, se encuentra el meollo de la vida. Compramos al por mayor despreciando las perlas únicas que se esconden en el fondo de la trastienda o los aguijones que avisan de catástrofes camuflados entre relucientes dulzuras. Y cuando el resultado de nuestros esfuerzos no suma aquello que reflejaban los sumandos oficiales no atinamos con una explicación plausible.
Ayer despedimos al interino de nuestro departamento. Le regalamos un cómic y nos tomamos la última cerveza juntos. El aire paternalista de los que nos quedamos estaba absolutamente contaminado. El deseo de un futuro halagüeño por su parte, también. El jefe del departamento, exponente máximo de la bonhomía, alentó al pobre muchacho a empezar a prepararse las oposiciones para cuándo saliesen plazas. Fue una frase, un instante insignificante, pero como estoy a la que salta, no lo dejé sin sanción. Me pareció un acto de crueldad comparable al de la ministra Bañez hablando de brotes verdes. No es necesario disfrazarse de mago Merlín para saber que no habrá oposiciones en muchos años (si las hubiere). Con el interino se despiden siete compañeros más en mi instituto, una poda de las que hacen época. Los datos de la economía española no brotan por ninguna parte pero la ministra que está forrada y tiene el porvenir más que asegurado tiene la misión implacable de mentirnos en toda nuestra jeta.

Mi obligación moral me dictó un discurso diferente para el interino.Le aconsejé (aunque respeto lo que él piense o decida) que no depositara su futuro en brotes verdes (bolitas) y que se empezara a buscar la vida fuera de la educación (y no me atreví a sugerirle que fuera de este país). La cara del trilero mayor y de los conchabados fue un poema. Atronó de nuevo el Hombre, Jordi, no seas así que me ha perseguido durante muchos años. El estigma del aguafiestas que denuncia que debajo de las cazoletas no hay bolita milagrosa.
El trilero mayor y sus adláteres creen ciegamente que serán los últimos en abandonar el Titanic y por si acaso guardan un bote salvavidas (antigüedad) en un camarote secreto. Por eso invitan a apostar a los incautos que desconocen que la vicepresidenta de la Generalitat ya tiene un informe sobre la mesa para convertir a los funcionarios de Educación (imagino que del nuevo país independiente) en laborales. El paso siguiente sabemos que es la externalización del servicio. Cuando se lo espeto a la cara a los trileros de mi departamento sustituyen el Hombre, Jordi, no seas así por un silencio que descubre sus verdaderas intenciones. Supongo que trasladarán la mesa del juego a otros oídos menos ilustrados que los míos.
Para poder detectar a los trileros disfrazados de eso que llaman buenas personas es necesario hacer caso a pies juntillas a Hannah Arendt (recomendable peli la de la Von Trotta que podréis ver sin hacer cola, la peña está en las americanas de tiros):

Hay que pensar solos y sin barandilla.

dimecres, 26 de juny del 2013

6,5



No pensaba yo que un BIEN iba a traer tanta cola. Hasta hace un tiempo la clave estaba en el cinquillo (el tema furibundo del fracaso escolar). Luego las famas se vencieron hacia el 10 (la excelencia). ¿Un 6,5? Eso solo podía ser cosa de un mediocre tonto. ¡Wert! ¡Otra vez! Qué tiparraco más crack, abre la boca y sube el pan.
Hace unos días el Maestro García Montero ponía el foco de interés en un tonto del culo profesional, el ministro Montoro. Con sus torpes explicaciones sobre el caso de la venta de propiedades de la infanta Cristina puso alerta a todo el país sobre los tejemanejes que se cuecen en este territorio de carteristas. Acababa su artículo con una aseveración que me pareció demoledora:

Menos mal que hay tontos que nos ponen en contacto con la verdad.

Las becas valoran ingresos familiares y mérito académico. Cuando el Wertzotas habla de subir un punto la nota de corte mientras el país está en los huesos lo que realmente quiere expresar es que le suda la calva que haya gente que no tenga recursos. El tonto enseña las cartas de los listos.



Los estudiantes pijos que con un cinquillo y pagando (san Pedro canta) tienen derecho a acceder a la universidad. No hay que olvidar que los campus, las aulas, las mesas y hasta los profesores a los que tendrá accesos  han salido de los impuestos de los padres bien (si no los evadieron a Suiza), de los padres de clase media (qué pronto serán una reliquia), los padres pobretones (impuestos directos e indirectos) y de los padres inmigrantes (muchos han desertado y han vuelto para su país sin que sus hijos huelan una facultad). Y también soltaron la mosca algunos que no tienen hijos y que no esperaban que la universidad regresara a los tiempos del franquismo (no por la gente que poblaba sus cátedra sino porque solo podían acceder los pudientes).
Según Wert el pipiolo que no llega a un 6,5 mejor que se dedique a otra cosa. Y yo me hago una pregunta facilona: ¿Qué cosa? Es que resulta que lo están recortando todo, suprimen módulos profesionales con la facilidad del que come kikos. Y las preguntas vienen en cascada: ¿Y el que saca más de un 6,5? Porque también están recortando en investigación (en teoría destino de los universitarios que jincan los codos), en Erasmus y por si fuera poco han subido los IVAS de todo lo que huele a cultura.
No es necesario que me enseñen las notas de Aznar con un 6,4 de media. Como profe tengo el ojo tan desarrollado como para predecir que para ser presidente del gobierno no es necesario tener un expediente inmaculado ni saber inglés ni hacer un discurso mínimamente coherente. Con coger la liana conveniente e ir trepando de árbol en árbol hasta llegar a la Moncloa es suficiente.
La ignorancia es atrevida y el ministro de Educación (o de lo que deje) es más chulo que Sandokán

dimarts, 25 de juny del 2013

GUERRA Y PAZ



El vocablo tiene mala fama. Tal vez porque nos enfrenta a nuestro lado más oscuro, es más apacible la paz, el diálogo, las manos que se estrechan asegurando la tranquilidad. La paz es un estado irreal, la historia nos dispara millones de situaciones en las que mientras se firmaba la paz en una sala repleta de fotógrafos que inmortalizaban el momento y mientras los taquígrafos recogían las rimbombantes declaraciones repletas de buenos deseos de líderes mesiánicos, a miles de kilómetros, se les sacaba brillo a las panzas de los misiles para volver en el momento oportuno a las andadas. 

«Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum»

Si realmente deseas la paz, prepárate para la guerra. La frase que se le ha atribuido habitualmente a Julio César fue escrita por Vegecio (un escritorcillo con ganas de ganarse el favor del emperador) en el prefacio del libro III de su Epitoma Rei Militaris (manual de guerra) en torno al año 390. La famosa sentencia, aparentemente contradictoria, empieza con una condición que se aleja de la obviedad con la siempre se envuelve la paz.

La paz es un precario equilibrio entre dos fuerzas que esperan el momento en que la guerra les devuelva el poder. En España hubo una guerra civil y la ganaron unos y la perdieron otros, ya han desaparecido la mayoría de los protagonistas, unos colmados de coronas de flores y otros olvidados en las cunetas. Después de la guerra hubo una paz gestionada por los vencedores. Cuando estiró la pata el gran vencedor, los ejércitos acordaron una tregua necesaria. La transición fue un pacto precario que cambiaba memoria por bienestar. Mientras fuimos creciendo el pacto funcionó, cuando han vuelto las estrecheces han emergido los bandos. La historia se obceca en repetir sus postulados con estupefacta meticulosidad.
No son pocos los pensadores críticos que están volviendo sus ojos al punto exacto en el que se desarticuló el ejército de los pobres (permitan mi simplismo). Esa ejemplar transición de la dictadura a la democracia está llena de taras que en su momento se vendieron como género de primera. Los de siempre aceptaron que los líderes enemigos vendieran humo (el socialismo que nunca fue socialista), fomentaron que se engordasen las neveras de los que siempre pasaron hambre (burbuja inmobiliaria) y dejaron que algunos pocos pisaran el Olimpo reservado a las burguesías endémicas por caminos tortuosos y poco claros. El decorado no estaba mal, era creíble. Además se encargaron de que la educación fuera mal, tan rematadamente mal para que el mito de la caverna de Platón se hiciese realidad. Los que se dignaban anunciar con datos los desastres venideros recibieron las burlas de los haraganes hartos de propiedades que no merecían y con las que no soñaban.
El ejército de los pobres está desorganizado y débil. Se lamenta, se exclama de los bombardeos insidiosos del enemigo cada vez más en manos de chusqueros, pero no tiene ni fuerzas ni intenciones de combatir las agresiones. Anestesiados por una paz falsa ahora no tienen valor para enfrentarse a la creencia de que la guerra es inevitable. 
Quizás haya llovido mucho pero tendríamos que leernos con detalle el manual bélico de Vegecio. A la célebre frase que figura en muchos souvenirs de la Roma Imperial, siguen dos perlas nada desdeñables:

Quien aspire a la victoria no reparará en esfuerzos en entrenar a sus soldados. Y quien espere el éxito luchará según las reglas, no según la fortuna.”

Por lo tanto, guerra.

divendres, 21 de juny del 2013

ESTO ES TODO AMIGOS



Las sillas están patas arriba sobre las mesas. Ni rastro de vida (ni inteligente ni de la otra). Vestigios del tiempo pasado poblando las herméticas paredes (horarios, avisos, mural destartalado, hojas que cayeron en la batalla del saber…). Se acabó lo que se daba amigos. Hoy echamos el cierre al curso 2012-13. 

Después de tropecientas horas compartiendo atmósfera profes y alumnos nos despedimos hasta el año que viene. Los que tengan más suerte. Muchos profes ingresarán en la cola del paro y muchos alumnos se pirarán a otros destinos si tienen beca (harto improbable) o si tienen plaza (harto harto improbable) para cursar módulos o carreras universitarias.
Ha llegado el momento de los juicios sumarísimos (alias evaluaciones finales). El calor supongo que tiene algo que ver en el diálogo de besugos interprofes.

    -¡Éste no pasa de curso! ¡Faltaría más! ¡No ha pegado ni golpe! ¿Le regalaremos el curso por el morro? Yo no estoy de acuerdo- habla EL INFLEXIBLE.
     -No puede repetir, no hay plaza- habla EL JEFE DE ESTUDIOS que lleva los números.
    -No me parece justo, los demás alumnos se ha esforzado y por eso pasan, él se ha rascado la barriga y al final también pasa. No es justo, los otros podrían pedirnos explicaciones y tendrían razón. Nos pondremos colorados otra vez más, ¿verdad? - habla la JUSTICIERA.
   -El pobre tiene una situación familiar muy fastidiada. Sus padres se separaron este curso y el niño lo ha acusado- habla la DEFENSORA DE LOS POBRES.
   -De pobre nada, lleva rascándose lo que no suena desde primero, yo lo he tenido otros cursos y es un vago profesional- habla EL TESTIGO MOLESTO.
   -¿Qué hacemos? Yo no sé, si solo tiene la mía…- habla EL CHICO PARA TODO.
   -No puede repetir, no hay plaza- el JEFE DE ESTUDIOS insiste para que se ablande el corazón de algún profesor y la bola de suspensos se rebaje.
   -¿Queda setiembre, no?- habla LA REALISTA.- Pues que curre en verano.
   -Si no ha pegado golpe en todo el curso, ¿lo hará en verano? – habla EL HIPERMEGAREALISTA.
  -Pues si no trabaja en verano, yo propongo que repita- EL TOCANARICES que hace oídos sordos al jefe de estudios.
  -Esto es lo que ha traído la LOGSE, la desaparición absoluta de la cultura del esfuerzo, cuando yo estudiaba… (ahorro la perorata del ABUELO CEBOLLETA que también habla mientras otros compañeros se discuten.)

Al final siempre se imponen los números que dejan un reguero de profes cabreados por ceder en lo que no debieran, profes desilusionados porque no entienden para qué narices se esfuerzan y profes prácticos que piensan más en recomponer su dolorido cuerpo que en arreglar lo que no tiene arreglo.
¿Y el sujeto paciente de la historia? Pues levantándose a las doce, estirándose en el sofá con móvil en mano derecha y donut en la izquierda. Portátil encima de la mesa para controlar facebook, tele encendida para no acusar la soledad y los mensajitos de watsap sonando intermitentemente. Luego se pondrá el uniforme de paseo y se irá con sus colegas a la piscina o a la playa con las titis. Volverá a la hora de la cena, soportará estoicamente las recriminaciones familiares y se enclaustrará en su dormitorio a seguir con sus esforzadas tareas cibernéticas. Combatirá la rutina con una borrachera histórica para celebrar las fiestas patronales de su pueblo y a regañadientes acompañará al progenitor más manipulable a algún evento que le satisfaga para asegurarse  la cobertura y el sustento. Los libros y de las asignaturas suspendidas cobrarán protagonismo el día 1 de setiembre (si tiene el examen el día 2) o el 2 (si el examen es el 3).
Paso por el vestíbulo del instituto, hoy desierto, y reparo que todavía queda en pie una pancarta reivindicativa. QUE NO NOS RECORTEN EL FUTURO.