dilluns, 9 de setembre del 2013

CHASCO



Cuanto más mayor me hago (hay que tener redaños para empezar así un escrito) más cascarrabias me vuelvo con las palabras, voy una y otra vez al diccionario como quien va a la fuente a buscar el agua que no tiene en casa. Tengo sed de conocer las caras del poliedro para poder jugar con la luz que se proyecta en ellas.
Por supuesto que sabía lo que era un chasco (la acepción de enmarañado la desconocía), yo mismo me he llevado algunos sonoros y monumentales. Me pareció un vocablo perfecto para resumir lo sucedido este lluvioso finde con el rollo de la candidatura de Madrid a las Olimpiadas del 2020. O sea, una decepción que provoca un suceso contrario a lo esperado. Demasiado plano y previsible, la acepción más acorde la encontré a continuación en mi socorrido diccionario. Burla, engaño que se hace a alguien. Ahora sí, esta pone las cosas más en su sitio.

Creo que a los miembros del COI les interesa el deporte lo mismo que un servidor la cría de pollos. Tienen entre manos un pingüe business y se venden sin rubor al mejor postor (ripio recalcitrante). Hay que invertir unos dinerillos en infraestructuras y otras zarandajas para recoger los beneficios en forma de publicidad, empleo (temporal) y proyección mundial. Lo primero es contante y sonante y lo segundo es ciento volando. Resumiendo, que el tribunal que decidió que Tokyo era mejor que Madrid me merece el mismo respeto que las promesas de Rajoy.
He intentado tirar de empatía para imaginar lo que hubiésemos pensado los indignados españoles si las Olimpiadas se las hubiesen adjudicado a Mogadiscio (para los legos en geografía, capital de Somalia, en el cuerno de África). Pues estírense un poquitín los párpados, desbroncéense  y entenderán lo que sintieron los nipones cuando se cruzaban por los pasillos con los henchidos españolitos en Buenos Aires querido los días previos a la elección. Porque amigas y amigos lectores, al final en este país surrealista de charanga y pandereta todo se reduce a testosterona, a una cuestión pura y dura de bemoles (cohone en andaluz). ¿No se lo creen?

    a)      Hay que tener bemoles para presentar la candidatura al citius, altius, fortius de la ciudad más endeudada de un país que debe a sus acreedores casi el 90% de su PIB y que le han tenido que rescatar la banca porque se lo habían fundido todo en tochos.  
     b)      Hay que tener bemoles para decirle al populacho que tenemos que ser austeros mientras ven como chorrean los millones para vender el evento olímpico. Recortes en sanidad, educación, dependencia, cultura y todo lo que define el desarrollo de un país y grifo abierto para mandangas olímpicas.
     c)       Hay que tener bemoles para explicarle a los señoritos del COI que tenemos una gran experiencia organizativa de multitudinarios eventos cuando no somos ni capaces de gestionar nuestros hospitales y se los endosamos a los buitres privados. Qué tenían previsto los patriotas de quita y pon, supongo que hacer igual con las Olimpiadas, dejar que los beneficios se los chupase Botín y los gastos los paganini de siempre. Me pregunto y me respondo yo mismo.
     d)      Hay que tener bemoles para llevar como starlette de lujo a una alcaldesa elegida en las bambalinas que ha sido el hazmerreir de medio mundo (porque el otro medio estaba con cara de gamusino).

Suerte que es lunes y el trajín de la semana se llevará la mala leche que se nos ha quedado con el chasco (acepción timo) olímpico. El paro sigue igual (menos 31), Bárcenas sigue igual (que se lo digan a la Cospedal) y los brotes verdes no se los creen ni los tripones del COI.

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