divendres, 17 de gener del 2014

FEBRIL



Puede que ser que sean esas decimillas de fiebre con las que me presento al instituto las que me provocan el suficiente aturdimiento para escribir este post. No soy el único, el de Dibujo tiene un pinzamiento lumbar y viene provisto de unos buenos parches de calor endosados a la parte peligrosa. La de Caste(llano) enganchó un gripazo sensacional el miércoles pero al segundo día apareció por el centro para que no le pegasen una dentellada en la nómina del mes en cuesta, inunda con su tos perruna la sala de profes, recoge el reconocimiento a su pundonor de los pocos sanos y se planta en una clase con treinta leones esperando que la despedacen. Los alumnos caen como moscas, los virus campan a sus anchas, pero el ejército del saber, el profesorado que tiene que combatir los malos resultados del dichoso informe PISA está al pie del cañón. Diezmado, renqueante, aturdido, vilipendiado, recortado, mocoso, dolorido, pero al pie del cañón.


Mientras transito por los pasillos me voy enterando que el parte de guerra aumenta. La de Inglés tuvo un accidente de tráfico leve y le han quedado las cervicales un poco tocadas, se marea frecuentemente, va al lavabo, se moja la cara y vuelve al combate. Me comenta soto voice que espera como agua de mayo que llegue el finde para poder tomar resuello. ¡Píllate la baja! ¡Qué dices, no me lo puedo permitir! La de Natus no deja de llamar a casa entre horas, tiene a su hija a 40 de fiebre. La semana pasada el de Física, un chavalote sano y fortachón, un roble se diría desde lejos, se pasó toda la semana con una afonía del copón. Dar órdenes a los muchachos por señas es muy complicado, se lo aseguro. Minusválido, pateado, temeroso, públicamente ultrajado, enfebrecido, el ejército del saber se arrastra hasta la mesa del profe y se sienta con dificultades en su silla, con voz temblorosa ordena a los alumnos que abran el libro por la página correspondiente. ¡Que siga el espectáculo bochornoso!
La canción del pirata del mítico Espronceda recitada con anginas tiene un morbo gangoso que hace las delicias del alumnado. Nietzsche con la tripa alborotada puede alcanzar el paroxismo intelectual y la guerra de la Independencia con unas decimillas de fiebre se explica con un  dramatismo que impregna fidedignamente uno de los episodios más trascendentes de la historia patria. Seguro que los rectores educativos han recortado en bajas laborales para aumentar nuestra teatralidad, el sufrimiento físico agudiza las metodologías de aprendizaje, nada de cursillos de reciclaje, el dolor y las yagas como fuente pedagógica.
Ya solo nos falta un mártir, que algún profe se quede tieso en medio de la clase. ¿Le descontarán?  

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