dijous, 30 de gener del 2014

ZAMPÁNDOSE EL CEREBRO




La ciencia es una estrategia,
es una forma de atar la verdad
que es algo más que materia
pues el misterio se oculta detrás.

Más adelante citaré el autor, ahora cobijen la esencia de lo que dice.
Es bueno diversificar las fuentes de pensamiento. Hoy me adentro en el mundo de las ciencias naturales, un hombre de letras como yo. Santa Teresa les pille confesados. Vamos a la tarea, me pongo la bata blanca y les presento a la ASCIDIA. 

Supongo que les importará un pimiento que les diga que este bichejo es un organismo multicelular acuático muy primitivo y que pertenece a la rama de los urocordados o los tunicados dentro del mismo filo en el que se integran los vertebrados. Lo comprendo. Pero la precipitación es mala compañera. Dejen que les muestre otra instantánea del mismo espécimen un tiempo después.


¡Vaya mutación! Ni Belén Esteban, apreciados lectores. Se ha puesto fondona y ha echado culo (en la primera foto no tiene ano). Y la raspilla (el cerebro) ha desaparecido por completo. ¿Por qué? Porque se lo ha zampado. En el inicio de su vida el renacuajo de ascidia nada libre por el océano respondiendo a los peligros con los impulsos de su minúsculo cerebro. ¿Para qué necesitamos ese órgano los humanos?  
El objetivo de la ascidia es encontrar una roca a la que acoplarse. O sea, en lenguaje humano, comprar una unifamiliar e instalar el canal +. Cuando lo consigue se produce la prodigiosa metamorfosis, lo que era un liviano organismo que surcaba grácil los mares se convierte en una marmota obesa y cagona. Y lo que es más importante, como no necesita pensar para defenderse u orientarse, se come el cerebro y todo el sistema nervioso.Cada vez que le entra la ganita se va devorando a sí misma a ritmo de Pancho Céspedes.
Hagan las interpretaciones que les venga en gana pero a mí  me sirve el ciclo vital de este bichejo para explicar lo que sucedió en este país durante el imperio del tocho. Imagino que si a la ascidia neoburguesa le pidiesen que se echase al mar después de haberse zampado los órganos vitales con los que manejarse en espacio tan peligroso lo pasaría tan mal como nosotros.

Que no, que no,
que el pensamiento
no puede tomar asiento,
que el pensamiento es estar
siempre de paso, de paso, de paso.

Dejo los inextricables mundos de la ciencia para recomendarles la canción del Maestro Luis Eduardo Aute.


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