dimarts, 18 de març del 2014

LOS MÍOS



Iba José Sacristán, con sus 76 años bien llevados, a hablar de cine y de su papel en 'Velvet', pero soltó este 15 de marzo de 2014 en 'La Sexta Noche' una homilía política, con tono guerracivilista y mensaje deprimente. (Periodista Digital).


Cómo me gusta el desprecio de la derechona, cómo me gusta verlos descalificar a los que dejan en pelotas sus miserias, a los que les castigan el bazo. Homilía guerracivilista deprimente. Impecable demostración de odio. Mi teoría es que o escueces o es que no has hecho herida. Pues yo les confieso que me tragué la homilía de pe a pa y en muchos dogmas exclamé aleluya, aleluya. Comulgo con Pepe (ese torso de raspa de sardina blancucho en la cama con la Faltoyano me marcó para siempre), acompañé sus oraciones en la búsqueda de los vigilantes de la izquierda. Este sacerdote no confía en la derecha, ya sabe de qué va, supongo que toda una vida lidiando con ellos no le han dejado secretos que descubrir. El problema siempre son los míos, la izquierda y la integridad moral que se necesita para formar parte de ella. Estoy un poco harto de escuchar a la voceras de la Valenciano clamando en el desierto por los valores de la izquierda cuando el país se ha caído a trozos con la colaboración inestimable del PSOE. No es de los míos, por mis venas corre sangre jacobina. Estoy hasta los bemoles de las luchas intestinas de Izquierda Unida y las infinitas siglas que esconden proyecto de bajo calado, no le dedicaré ni un suspiro al Mesías de tres al cuarto de Podemos. Estoy hasta el último pelo de mi cabellera de los sindicatos tripones que andan jugueteando con el poder en lugar de defender a los suyos.   
La dictadura fue muy larga, sus consecuencias demoledoras, la transición tan necesaria como chapucera, pero los damnificados de tanto gris suspiraban soto voice, “esto cambiará cuando lleguen los míos”.  La esperanza se desvaneció cuando unos que se identificaban con los colores y los discursos de la izquierda llegarón al lugar donde se puede transformar y siguieron los raíles de la derecha con ese posibilismo tan hipócrita.
Yo los busco a mi alrededor y si les soy sincero, no los encuentro. Puede que yo sea rarito, exigente o iluso, o las tres cosas al mismo tiempo, pero no encuentro personas de una sola pieza, sin dobleces, sin cesiones al poder, sin ambiciones ilícitas. Con entereza, con la fuerza del convencimiento, con capacidad de entender los atropellos y plantarse, con palabra, con ganas de cambiar este estercolero desde la minúscula realidad que les circunda.
Disparen lo que quieran, llámenme utópico o quítenme el altar que me sirve para pontificar sobre vicios que yo también poseo, pero no me dejen sin disfrutar esta sensación de minoría, de flagrante derrota de los valores de los míos.
Pepe, amén.
                    HOMILÍA GUERRACIVILISTA DEPRIMENTE

2 comentaris:

  1. Me gusta formar parte de esa minoría y sufrir esa derrota de los valores de los míos. Somos una minoría de muchos, dispersos, pero muchos.
    Un besote.

    ResponElimina
  2. Celebro la sintonía. La dispersión hay que vencerla con internet, juntos sentiremos y haremos sentir nuestra derrota.

    ResponElimina