Es difícil que se conciten las tres acepciones de
un vocablo en la misma situación. Sucedió en Terrassa el pasado domingo 27 de
abril a la una menos cinco del mediodía en la puerta de la catedral. El líder
de los socialistas catalanes, Pere Navarro, asistía a la comunión de un
familiar. O sea, iba a recibir una hostia: Hoja
redonda y delgada de pan ázimo que el sacerdote consagra en la misa para el
sacramento de la comunión. Nada reseñable, todo en el ámbito de la más
estricta intimidad, tanto era así que le dio fiesta a los escoltas. Mientras
esperaba para entrar en el templo se le acercó una señora de unos 50 años y le
soltó un puñetazo, o sea, otro tipo de hostia, golpe fuerte. Según los testigos, además de la caricia le llamó un
par de lindezas: hijo de puta y traidor. Nos queda la última acepción: Exclamación que indica sorpresa, asombro,
disgusto o admiración. Disecciono.
ADMIRACIÓN. Minutos después de producirse el
suceso, plumas compradas ya estaban interpretando la hostia. Sin saber ni papa
de la agresora, sin conocer sus motivaciones o su salud mental, sin tener
pruebas fehacientes de su pertenencia política o social, sin más datos que era
una mujer aparentemente normal (si va repartiendo estopa lo dudo mucho), ya
montaron una zapatiesta que situaba a Catalunya en un ambiente prebélico. Tan
prebélico que el líder socialista no llevaba protección.
DISGUSTO. Una hostia es una hostia y lo que mandan
los manuales de la cortesía política es utilizar expresiones del tipo “honda
repulsa” o “condena absoluta de la violencia”. Pues no se lo crean, algunos
rastreros (no me pidan nombres) detrás de una tibia condena dejaban un sesgo de
ironía o de incredulidad cuando menos curioso. No se olviden que la Audiencia
Nacional está juzgando a unos muchachotes indignados que le dieron unas collejas
a algunos diputados del Parlament de Catalunya.
ASOMBRO. Me referiré a la diana de la hostia. Yo
creo que este político es pariente de José Vélez, hace un tiempo señalado por
el cómico Alfonso Arús como el récordman de mal fario. ¿Le puede pasar algo más
al PSC? ¡Hostia, si monta un circo le crecen los enanos!
SORPRESA. Empieza a ganar adeptos la tesis que
considera que todo ha sido una estrategia de cara a las elecciones europeas y
al 9N. Una forma de frenar la escabechina interna y el desangre externo,
provocar penita, vaya. No paran de recordar que la púgil no ha aparecido pese
al denodado esfuerzo de búsqueda de los mossos d’esquadra. Ah, por cierto, por
qué el agredido la dejó escapar y le dijo a sus familiares que no la
retuvieran. Claro, era todo un montaje, a lo Kiko Rivera, no les extrañe que en
los mítines de la Valenciano la traca final sea el agredido Navarro o que en la
campaña del NO a la independencia se repartan estampitas con el morado en la
mejilla. La Europa de los intolerantes (banqueros, corruptos,
independentistas…) contra la Europa de las víctimas (inmigrantes, mujeres,
trabajadores…). No se fíen que los sociatas seguro que comparten publicistas
con Desigual.
En fin, dejen que tome aire, que respire hondo y
que se me escape un merecido: ¡Hostia!
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