Ustedes imaginan qué pasaría si se pasease un
Mercedes de lujo por delante de la cola de un banco de alimentos. Arriba y
abajo, refregando el fulgor de la chapa metalizada por los morros de los
hambrientos. Y se imaginan (puesto a dejar volar las metáforas) que los
pasajeros se peleasen como niños porque uno le dijo tonto al otro que presumiblemente no sabía activar
una función del móvil de ultimísima generación. Y les imagino yo, para que no
se esfuercen tanto, que los carroñosos pobres se rieran de la discusión y
aplaudieran los empujones que se propinaban los relucientes panzones que
trasladaron la discusión a su territorio. Y les imagino yo, ¡jo lo tengo que
hacer todo!, que al acabar la refriega, se marcharan con viento fresco a un
restaurante de lujo mientras que los pobretones de pedir respiraban el sucio
humo del tubo de escape del Mercedes de lujo.
Ustedes, estirando de empatía, serían capaces de
definir los sentimientos que se pudieran producir en el orgullo de los cartoneros
(los que duermen en la calle) si delante de sus narices se sentara un tipo
encorbatado y de zapatos lustrados a comerse unos canapeses de caviar y
descorchara con derroche una botella de Dom Pèrignon. Y si además de ponerse
tibio, mientras los desechos de la sociedad salivaban de pura necesidad, él se
atreviese a sermonearles y a repetirles hasta la extenuación que su misérrima
situación era fruto de su mala cabeza y que lo que tenían que hacer era
estrecharse un poco más el cinturón y no volver a estirar más el brazo que la
manga. Y ya les imagino yo (otra vez), los parias de la Tierra se pegarían
golpes en el pecho aceptando el fin de sus sueños y aceptando (siempre
aceptando) que lo malo de este mundo lo provoca creerse que uno es más de lo
que es.
Polladas viene por la gran trascendencia mediática que se le ha concedido a las declaraciones altaneras y machistoides del ínclito Cañete (el Tapado) en comparación con la poca que se le ofrece a
los datos del Tribunal de Cuentas respecto a la campaña de las europeas del
2009. Los partidos se gastaron 4 millones de euros en carteles (que las fotos
de comunión de los candidatos se las paguen sus padres). 3,2 millones en prensa
(ya saben de qué viven y por qué piensan como piensan muchos medios de comunicación).
10 millones en gastos varios (mítines y otras zarandajas que reparten entre los
Correas de cada partido). Y….¡tachín, tachán! 13 millones de euros en
papeletas. Sí, sí, no les ha sobrevenido una presbicia galopante, han leído
perfectamente. 13 millones de euros para elegir a 54 eurodiputados. Con un poco de esfuerzo podrían haber conseguido enviar un Quijote a cada españolito engañado con el
montaje europeo.
¿No les ha subido la indignación lo suficiente? A mí
me hierve cuando pienso que en un mes me guindarán otro trozo de mi extra, que me he ganado con el sudor de mi frente (aunque no se lleve la expresión). Y cuando recuerdo que mi sueldo está congelado desde
tiempos inmemoriales y que todo eso sucede mientras los 54 eurodiputados elegidos para la gloria, que además si
me descuido, lo serán con mi voto, trincarán la nada despreciable cantidad de
6000 euros (impuestos descontados) de nómina al MES (la mayúscula es
intencionada), le completarán con 300 euros de dieta diaria (casi da para una
ayuda a familias sin recursos) y por si les faltara colchón les pagarán 4000
euros en concepto de… en concepto de…¡de mierda! Me olvidaba, cuando acaben su agotadora función estos titanes del trabajo recibirán una despreciable pensión de un 70% de su sueldo.
Aparto la demagogia al borde del plato, es obvio
que este dineral no hunde la economía del país, pero no creo que sea edificante pasar por delante de nuestros ojos con el Mercedes reluciente o con
la copa llena de Dom Pèrignon mientras los labios escupen la palabra
austeridad.
La austeridad no es sólo una intención económica, es un estado de ánimo, una actitud frente a todas las cosas, y es eso precisamente lo que quieren inculcar. Una actitud apocada, pobretona y desvalida frente a todas las oportunidades que la vida de cualquiera puede brindar. Lo terrible es que el porcentaje de adeptos que consiguen es cada día más elevado. Teniendo en cuenta que este trabajo no es reciente -llevan siglos con ello- el resultado obtenido es fascinante. Hay algunos que incluso serían capaz de luchar contra "los derrochadores" que compraron un piso para albergar a sus familias y sus sueños en un país donde alquilar una vivienda supone prácticamente pagar una hipoteca... El mercedes reluciente hace años que hace un circuito elíptico que pasa a través de las narices de todos nosotros.
ResponEliminaBrillante tu artículo Jordi de la Torre.
Gracias.
Nos nos dejemos embaucar. Un saludo y muchas gracias.
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