divendres, 4 de juliol del 2014

INERCIA



Levantábamos la mano y paraba el taxi. Mi imaginario es el de un vehículo pintado de negro y amarillo, cada ciudad tiene sus colores. Bajaba la bandera de libre y empezaba a dispararse el taxímetro. Si el destino era lejano, clavada segura. ¿Se acuerdan de Guillermo Montesinos y su Mambo-Taxi almodovariano? Pues vayan despidiéndose, ese oficio y con él ese mundo, tiene fecha de caducidad. 


Ha llegado UBER y una aplicación de móvil que permite que cualquier conductor que la tenga y se ofrezca como chófer ocasional pueda recoger un pasajero que haya por los alrededores y reciba una compensación por ello. Los taxistas se han puesto en pie de guerra, es obvio, me recuerdan a los luddistas que al inicio de la primera revolución industrial se cargaban las máquinas haciéndolas responsables de los despidos de los patrones. Por muchas prohibiciones que se pongan a la nueva modalidad de transporte de pasajeros, la propia esencia del capitalismo enterrará un oficio que solo podrá recrearse en el museo de cera.
Ayer recibí una llamada del director de mi sucursal de Bankia. Amablemente me ofrecía un crédito de 12000 euros. Hace cuatro años fui a su mesa y me atendió displicentemente cuando le solicité el mismo préstamo. Eran tiempos de vacas gordas (algunos directores no se enteraron de los efectos de la crisis), ahora necesitan deuda, los peces gordos del sistema financiero obligan a los pezqueñines directores de sucursal a que recluten incautos de clase media necesitados de cash para convertir esa deuda en negocio. Cuando colgué tuve la sensación de haber hablado con un futuro parado, el sistema financiero a la antigua usanza, made in burbuja inmobiliaria, también está en apuros.
Los agoreros (descendientes de luddistas) y los impasibles (esa casta que vive de fruta madre en momentos de turbulencias) pintan el futuro de negro para que el miedo nos siga hundiendo en el hoyo. El ejército de los desocupados sigue estrellándose contra la pared de la inercia (“yo había hecho durante 30 años de paleta y ahora no sale nada”). Y no se les ocurre virar un poco el rumbo a derecha o a izquierda para comprobar que se acaba el muro y que pueden aparecer nuevos océanos donde darse un bañito para subsistir.
Tengo que investigar más pero de momento creo haber encontrado ese océano. Es lo que se ha llamado en EEUU la revolución de los “makers”. ¿Quiénes son? Los DIY (do it yourself, hágalo usted mismo) se dedican a HACER ALGO. Parece ser que las nuevas máquinas que provocaran la tercera revolución industrial serán las impresoras 3D. Se creará un nuevo tejido empresarial donde la energía que lo moverá no será ni el petróleo ni la electricidad sino el TALENTO. Comprueben en el gráfico hacia donde se está desplazando en la actualidad. 


El triste director de la sucursal de Bankia en lugar de ofrecerme un crédito personal para gastar en chorradas debería haberme regalado un impresora 3D a cambio de convertirse en bussiness angel a cambio de un 20% de los beneficios de los productos que yo hubiese sido capaz de crear. Los taxistas en lugar de aporrear el claxon intentando poner diques al mar deberían empezar a contactar con UBER (qué mala espina que sea patrocinada por Google que ya saben que donde pone el ojo pone la flecha) para redefinir el negocio. 
¿Y nuestros políticos? Maquillando cifras.

1 comentari:

  1. O tempora o mores, o no se puede poner puertas al campo. Ahí estamos, en tiempos de cambios vertiginosos y muchísimos no se han dado ni cuenta.
    Inercias, zonas de confort, intereses creados............
    Pero el mundo está tan apasionante como siempre.

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