Llevamos dos meses fatídicos. A la orfandad en la
que nos dejó la abdicación del campechano creador de la democracia (surgido de
la dictadura) se ha sumado la defunción política (en diferido que diría la
Cospy) del Yoda (o Dios, como prefieran) Pujol por culpa de un pecadillo de
tributación de herencia. No tuvo otro momento para resbalar el extinto monarca
que cuando los españoles estaban con el agua al cuello, no ha mejorado el don
de la oportunidad el President (nunca se les aplica el EX), en pleno proceso
por la independencia se le ocurre al pecador pedir comprensión por haber
ocultado la verdad.
Yo que soy de naturaleza mal pensado estoy por
afirmar que las cacerías del antiguo rey y los dinerillos en cuentas foráneas
del ideólogo del nacionalismo pactista no son más que peccata minuta. En sus
buenos tiempos hubieran secuestrado las informaciones y hubiesen sellado con
silencio cualquier desliz. Pero los enemigos de ambos estaban acechantes
esperando que una grieta permitiese finiquitar el disfraz de tan destacados
prohombres. Supongo que las adhesiones a la figura de Juan Carlos en su
despedida serán sustituidas por misas en honor al mártir catalán que cayó en
las garras de los enemigos del proceso independentista. Si no sucediera este
último punto empezaría a pensar seriamente en la regeneración del País (hablo
de Catalunya).
Vamos con los detalles reveladores. Curiosa
desvinculación automática del sucesor del fraudulento Pujol (dice el president
Mas que no es más que un tema personal), el silencio sepulcral del Gordoncho
Junqueras (que pase el chaparrón cuanto antes), el poco ensañamiento del frente
españolista (no quieren remover Gúrteles o Bárcenas), la meliflua condena de
los sociatas (bastantes pecados tienen en Andalucía). Creen una columna con el
ítem CASTA y van poniendo cruces donde consideren.
Un país adormilado (hablo de España) ha permitido
que le cuelen otro rey de rondón sin que se pueda pronunciar siquiera sobre la
posibilidad de instaurar una república. El debate se hurtó con una gran frase
atribuible al Dios Pujol: ahora no toca.
A un país empobrecido (hablo de Catalunya) le han colado un proceso
independentista para ocultar unos recortes acojonantes y un debilitamiento de
la clase media (la única con posibilidad económica y sobre todo intelectual de
dar por saco a los poderosos) sin precedentes que deja en la bandera la única
posibilidad de salir del agujero donde lo han metido los amigos de defraudador.
Pujol y Juan Carlos no tienen tan solo en común un
final poco decoroso (honorable, título que reciben los presidentes de la
Generalitat), compartían padres hacendosos (con toda la sorna) que por motivos
diversos les dejaron una herencia de muchos ceros (que ni usted ni yo podremos
soñar). En tiempos de sustos golpistas les unió una frase que pasó a la
historia. Tranquil, Jordi, Tranquil.
Todo estaba bajo control.
¿No creen ustedes que el Parlament debería aforar
a toda prisa al patriota Pujol?
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