Excelso momento en que el profesor se ve volteado
cual pelele de trapo por la lluvia de conocimientos del alumno. Sean de lo que
fuere. El presumible educando (habitualmente pasivo) toma las riendas del saber
y el que se creía sabio (habitualmente activo) intenta digerir lo que le
explican. La inversión de papeles empatiza. El nuevo alumno sufre en sus carnes
la tentación de huir y argumenta (igual que le dijeron sus alumnos antiguos)
que aquello que le enseñan no sirve para nada, se refugia en la disciplina
donde es un crack cual monje medieval y desprecia lo que proceda de otros
campos. El incipiente profesor también percibe las resistencias de educar a
quien no quiere.
Con abnegación he resistido el varapalo del alumno
de segundo de Bachillerato que me ha tratado como un pardillo mientras se
adentrada en el intricado mundo de los videojuegos (precios, títulos,
estrellas…). Aprovechando que hemos tocado el tema de los negocios digitales
como motor de la nueva economía mundial ha encontrado la oportunidad de meter
cucharada. No he podido traicionar mi filosofía y le he dejado la batuta de la
clase (aunque cobro yo). Puede que se juegue el futuro profesional en
esos territorios más que en los de la Geografía, además no disponemos de entendidos en mi
instituto, lo nuestro son saberes tradicionales, sobre las nuevas tendencias
nadie nos ha adiestrado. Envalentonado
al sentirse el amo del cotarro ha derivado su discurso hacia el pirateo. Cualquier
aplicación se instala gratuita en su móvil colocando la desinencia APK en el
buscador. Chúpate esa, pringao. Cualquier canción se descarga a velocidad de
vértigo con una aplicación que no he podido retener en la memoria. ¿Ah, sí? Esa
pregunta retórica y mi cara de idiota han sido la única armadura para contener
la avalancha. Sí, Jordi, con este móvil puedes acceder a cualquier parte del
mundo que te propongas. Esa frase es un símbolo. Tanta arrogancia como mala
formulación. ¿Y para qué? Amigo, aquí lo he pillado de lleno. ¿Para qué?
Se ha bloqueado la turbina que accionaba su fácil verborrea. Le he cerrado la
escapatoria del pirateo musical que tiene un rédito fácil de entender, he
incidido en ese prepotente acceso al mundo que me propuso. Las respuestas
posibles al examen del alumno aplicado no se descargan tan fácilmente. Diseñar,
comprender, analizar, conectar, deducir, crear, difundir, reconducir, modelar,
contrastar. Demasiados parámetros que el joven profesor todavía no ha
entrenado suficiente. Le he dado un zarpazo cuando he intentado establecer paralelismos
entre la época de los piratas oceánicos y la actualidad. Me ha ido devolviendo
el cetro que le había dejado prestado. Me ha dado la oportunidad de hablar de
la economía sumergida que fastidia el estado del bienestar. Ya se sabe que los
listillos son los que más chillan en las manifestaciones y los que se ponen las
camisetas de todas las reivindicaciones. Eso correspondía más a la clase de
Filo. No tiene demasiado predicamento este tema en un país que tiene el mayor número
de corruptos por metro cuadrado. Yo lo he planteado como una cuestión de
coherencia. ¿Se podrá descargar gratuitamente una aplicación que la desarrolle?
Es cierto, el mundo está en manos de los deditos
del jovencito tecnólogo pero también es cierto que él no le devuelve al mundo
nada a cambio. El dominio absoluto de la tecnología puede ser un punto de
partida perfecto para la vagancia y el sinsentido o para el desarrollo y el
progreso. Diría que se encuentran en puntos equidistante pero a una estación se
llega mucho más rápido que a la otra.
¿Por qué hago lo que hago? ¿Han probado a dar
sentido a sus acciones? Mi joven pirata se apropia del
saber mundial y del talento universal sin rascarse el bolsillo y sin pegar un
palo al agua. Y en su hábitat se concibe como algo fantástico y recomendable.
La lección errónea es que el esfuerzo es cosa de tontos (como yo) y que la
trasgresión de las leyes es otro videojuego. Y no les falta razón, con observar
la trayectoria de Cañete uno puede llegar a la misma conclusión por una vereda
diferente. El móvil que les da la llave del mundo lo han comprado con pasta
ajena (papás para qué os quiero) y la conexión ídem de ídem (tarifa plana, sin
medir el uso y abuso). Así cualquiera. Soy partidario de descargar para crear y
devolver a otros por el mismo importe de lo descargado. Eso tan antiguo y moderno que se entiende por quid pro quo.
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