dimecres, 22 d’octubre del 2014

EL NUÑES



Ha tenido mala suerte. En otros tiempos más calmados hubiese tenido sus merecidos escupitajos. Hoy, hasta un niñato le roba protagonismo y portadas de diarios, ese megalómano veinteañero que tuvo el morro y la sapiencia de colarse en espacios inaccesibles esgrimiendo peperismo aparece un peldaño por encima de un trilero gran reserva como él. ¡Esta juventud no respeta nada! Puedo entender que le haga sombra Rato, fue ministro y presidente del FMI, pero no es de recibo ningunear a un empresario de renombre como Josep Lluís y lo que es más importante…¡a todo un presidente del Barça! Cada vez voy entendiendo más el lema més que un club. Ayer me llegó un chiste visual que se intoducía anunciando cambios en el banquillo del Camp Nou (la foto que seguía era la de un juzgado). Los cules no tienen bastante con controlar la frecuencia cardíaca por la emoción de los partidos como para además tienen que sufrir los sobresaltos con los agentes de los jugadores y otros bichejos que pululan por el palco de honor (de trincar).
A lo que iba. Al Nuñes le está robando el protagonismo todo quisqui. Vale que sea pequeñito y antiguo, pero sus fechorías (hazañas) merecen un respeto. Tal como reconoce M. Eugenia Ibáñez en un artículo en La lamentable el denostado Pecident creó parte de su imperio apostando por el Modernismo. Y así se lo pagan.  Pasen y lean.
A sus 83 años todavía no han sido capaces de llevarlo al talego (donde seguro que recalificaba alguna celda vacía). ¡Untar inspectores de Hacienda! No me digan ustedes que no le falta imaginación a sus enemigos, ¿eso es delito en este país? Venga ya, lo hace la infanta y le hacen la ola. Toda una vida entregado a los chanchullos ladrilleros para que quieran enchironarlo por no cederle el paso a un viejecito en un paso de cebra. Por favor, es como si al Bárcenas lo pringaran por no pagar una multa de estacionamiento en la Gran Vía (qué asociaciones más tontas que hace mi mente).


El problema del Nuñes ha sido el momento. Los cambios lo han dejado lost in traslation.  Josep M. Colomer en su artículo La política del escándalo nos recuerda que semos el país de la propinilla. ¿Para qué? Para que me cuelen, para que me hagan la vista gorda, para que no me pillen. ¿Corrupción? Palabra demasiado gorda para una costumbre más antigua que el Quijote. Fuimos un país en el que durante 40 años se distinguió por una exquisita corrupción institucional. Los del régimen se regían por unas leyes y los rojos o presuntos rojos carecían de los derechos más fundamentales. ¿Y el estraperlo? No se nos ha podido borrar de los genes tan rápidamente esa forma de burlar la legalidad. No pocas fortunas actuales florencieron de sus pingües beneficios. Colomer apunta que una de las explicaciones de los momentos álgidos corruptela que vivimos pueden tener su orígen en la lucha entre partidos y su incapacidad para generar nuevas propuestas políticas. La mejor forma de disputarse el voto del señor Cayo es tirarse mierda.
Propongo que Jorge Javier Vázquez programe un Sálvame para que el Nuñes lloriquee como antaño y se defienda con las palabras de sus diccionario propio. Seguro que sería capaz de forzar a que el Consejo de Ministros en un arranque de piedad se marcase un indulto, que lo suyo no es corrupción, lo suyo es arte.

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