dijous, 16 d’octubre del 2014

ELLOS DICEN MIERDA, NOSOTROS AMÉN



La primera palabra que esgrimieron ellos fue CRISIS. Se aparecía en todas partes, argumento incontestable, muleta y muletilla, inicio de todos los pecados y de todas las desigualdades que se produjesen después de su alumbramiento. CRISIS, CRISIS, CRISIS. Al final la desgastaron, era tan fácil encomendarse a ella para justificarlo todo. Ellos la cesaron después de haber servido bravamente en los inicios del expolio, de tanto usarla perdió el apresto y dejó de anestesiarnos con la misma eficiencia. En su jubilación fue abreviatura que separaba tiempos: AC (no es antes de Cristo, sino antes de la Crisis) y DC (después de la cabronada de las subprime y la burbujita). Para definir el problema con condujo hasta DC recurrieron a un conjunto de palabras que fabricaban una mentira creíble (no somos muy exigentes): VIVIR POR ENCIMA DE TUS POSIBILIDADES. Nuestra LÓGICA (vocablo absolutamente demodé) se retorcía de dolor sabiendo que era un imposible. Ellos se referían a la alegría del crédito doméstico que ellos mismos habían fomentado para enriquecerse. Había que apostar por la AUSTERIDAD, desde los tiempos monacales no resplandecía tanto aunque quedase ridícula entre tanto yate y tanto Jaguard. ¿No se habrían confundido de palabra? A nosotros nos parecía que lo que se veía por la calle era más bien POBREZA o PRECARIEDAD. La AUSTERIDAD es tan ambigua que teníamos dificultades para entenderla. Ellos, siempre tan solícitos, lo aclararon para marcar el camino. Hacer lo mismo por menos dinero. Aliñaron el engaño con otra palabra: PRODUCTIVIDAD. Y para llegar a ella había que empezar por los RECORTES. No había más remedio, con el dolor del corazón de ellos, tenían que utilizar unas tijeras que siguieron  la línea de puntos que marcaron ellos, para rasgar lo nuestro, lo que habíamos conseguido nosotros. Les dejamos escupirnos en la cara porque era por nuestro propio bien. Ellos recortaban con RESPONSABILIDAD lo nuestro mientras ellos mantenían a buen recaudo lo suyo. Lo mío es mío y lo tuyo es mío. 

El viento del norte nos trajo un vocablo poco deseado: RESCATE. Como has sido malo la bruja piruja (Merkel) te rescatará. El plasmático Rajoy tan parco como siempre no la pronunció para que no acostumbrara nuestros tímpanos. A quien rescatan es porque ya no tiene barco y él quería seguir siendo el patrón de ellos. Les salió por debajo de las costuras la palabra CORRUPCIÓN que fue sedada con la presunción de inocencia. Voces bolivarianas empezaron a cuestionar la MONARQUÍA y la CONSTITUCIÓN pero se acallaron sus bríos con invocaciones a la perfecta TRANSICIÓN. Se puso en entredicho la DEMOCRACIA pero ellos se refirieron a los destrozos de la DICTADURA (a la que ellos apoyaron igual que ahora lo hacen con la democracia). Y a cada paso, como un diapasón monótono, LEY, LEY, LEY, LEY. Las leyes las hacen ellos para ellos. Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Saben que nos cuesta admitir por nuestra triste condición de subalternos que los malos tiempos se alargarán y decidieron apostar por una palabra tan amable como indefinida: RECUPERACIÓN. La compararon con una tortuga, tardaría en llegar pero llegaría. Y como íbamos aficionándonos al diccionario ellos decidieron optar por los números, nos atosigaron con cifras de conceptos que solo ellos saben interpretar. Y al final…¡hale hop!, volvieron las palabras para certificar un CAMBIO DE TENDENCIA. Empezábamos a superar la denostada crisis (la minúscula refleja desuso).
Nosotros teníamos nuestras palabras, acuérdense de aquella SOLIDARIDAD (ahora sustituida por la mendicidad o por el limosneo), la LUCHA (ahora se penaliza con miles de euros) de CLASES (qué narices, si nos han convencido que todos somos iguales). No les quiero meter en berenjenales filosóficos invocando la DECENCIA y la HONRADEZ, o la HONESTIDAD o la JUSTICIA. Palabras vintages de perdedores asiduos. Nos aliviaban, nos alejaban de ellos, pero los muy ladinos las han emborronado con su demagogia barata de tertuliano de sábado por la noche.
Ellos tienen neuropsicológos que les asesoran, saben que el lenguaje guían al cerebro, es cuestión de repetir y percutir hasta conseguir que nuestro GPS nos conduzca hasta el Amén. 
No escuchen La Polla Records son obscenamente sinceros y pueden provocarles un trauma descubrir que el discurso oficial de ellos se puede resumir en una sola palabra: MIERDA.


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