La risa es una válvula de escape que saca las
tensiones para afuera. La rabia mancilla el organismo y lo deja hecho unos
zorros. Reírse de las patochadas de unos inútiles profesionales es
relativamente terapéutico, saber que juegan con las vidas de los ciudadanos es inquietante.
El gobierno rajoyista es de chiste, desde la
iluminada y virginal Báñez (nos jodió con la reforma laboral) hasta el
ultracatólico condecorador de Vírgenes Fernández Díaz (nos cortó de cuajo los
derechos ciudadanos). Desde el Fraguel Montoro (sube que te sube impuestos)
hasta el bocazas Wert (olé consenso en la ley de educación). Desde el Petrolero
Cañete (ya exportado a las Europas) hasta el Abortable Gallardón (dimitido y
colocado a los dos días). Del Sandro Rey de Guindos (siempre con cifras que no
cuadran) al Rambo Morenés (siempre necesita más pasta en verano). Pero el
paroxismo se alcanza con doña Mato. Merece capítulo aparte y distinción de
honor.
No fue suficiente el escarnio sufrido por sus
relaciones con los Gürtel, sus toneladas de confeti, sus viajitos a Eurodisney
y los Jaguar que aparecían en su garaje por arte de birlibirloque. Que los
políticos trincan no la hace distinta. Lo que caracteriza a Ana Mato es el
silencio, se dedicó a menguar la sanidad pública sin una declaración fuera de
tono, se escaqueaba de ir a Europa donde se mueve el cotarro sin dar una
explicación. Con su hieratismo a lo dama de Elche la señora aguantaba el tipo y dejaba
que los palos se los llevaran sus colegas más bocazas. Una alumna aventajada de su
plasmático presidente.
Ha tenido que llegar un bichito microscópico para forzar
a la ministra e enseñar su cara más berlanguesca. En agosto, en plena ebullición de la epidemia de ébola, ella estaba en el Puerto de Santa María tan ricamente en la playa. Coordinando por watsapp los dispositivos anticontagio. Cuando compareció ante la población el pasado lunes se dedicó a refugiarse tras la pantalla de los expertos, ni que una ministra de Sanidad tuviera que saber del virus letal, eso ellos. Un político comparece ante la opinión pública (qué mal ejemplo dejó su padre político Aznar) para ofrecer todos los datos disponibles y en la medida de lo posible evitar el pánico. Doña Anita Mato nos dejó temblando con cuatro palabras que pronunció.
Se
está buscando la fuente del contagio. Los españoles deben estar tranquilos.
Las dos frases pusieron a prueba la capacidad mental de los ciudadanos de este
país. Si no sabes cómo puedes asegurar. Jordi, si es lo que hacen
siempre. Es cierto. Pues en Alcorcón están cagados, se han enterado de que la
auxiliar vivía allí por los medios de comunicación y no han visto a ningún
representante del ministerio de Sanidad. Jordi, no insistas, lo hacen siempre. Es
requetecierto.
Mi panadera se preguntaba esta mañana qué falta
hacía repatriar a dos curillas para que se muriesen aquí. Y argumentaba que si
no sabían torear para qué se habían metido en honduras. Recordaba las fotos de
los enfermeros sin traje en la ambulancia que trasportaba al padre Pajares al
hospital y daba detalles de todas las cagadas (cursillo de 15 minutos a los
cuidadores incluido) que se han producido en el proceso. Cuando la mofa llega a la
panadería la cosa es grave, antes la gente se entretenía con el furgol y con la
Esteban, ahora se interesa por la política, se ha percatado que elegir a quien
mantiene a raya al bichito cabrón es básico y que aquella papeleta que pone cada cuatro años no se puede elegir por forofismo.
Hay quien pide la dimisión de la ministra, ya le
gustaría a la tripona poder disfrutar de un retiro a lo Gallardón. Yo pido su
recolocación inmediata en el hospital Carlos III.
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