Los aires del sur venían en los últimos tiempos
muy envenenados. Hablo del V Congreso de Violencia de Género de Andalucía. El
primer aldabonazo vino en forma de estadística: el 10% de los jóvenes andaluces
creen que debe ser el hombre el que tome las decisiones importantes de la
pareja, un 20% cree que la mujer es más débil que el hombre y un 50% que la
mujer aguanta la violencia de género. Los datos se extraen del informe DETECTA
elaborado por el Instituto Andaluz de la Mujer con una muestra de estudiantes
de 3º-4ºESO. Lo que brincó a los medios de comunicación fue la afirmación de
que el lugar más adecuado para la mujer era su casa que fue sostenido por el
20% de las chicas y el 28% de los chicos. ¡Uf, qué mal negocio!
Otra brisa cualitativa nos dejaba más desasosiego.
Según el coordinador del Servicio de Atención a las Víctimas (mira que me
fastidia esa palabra por su valor degradante) de Huelva: El círculo de la violencia que envuelve a la víctima hace que, muchas
veces, sintamos que no sirve de nada lo que hacemos, porque ellas vuelven con
sus agresores. Pero no podemos dejarlas solas.
Enrique Echeburúa, profesor del departamento
de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultad de
Psicología del País Vasco, pone el acento en la adolescencia como período clave
para desarticular la violencia aun siendo consciente de la dificultad que supone
incidir sobre adolescentes adiestradas en la figura del príncipe azul. El
problema radica en conocer la película
completa de una relación para entender como la mano que acaricia la cara se
transforma en un puño que la golpea. Ya me lo dijo una alumna de Primero de
Bachi, mi novio es muy machista pero
nunca me hará nada. La confianza
mata a la mujer.
Los vientos enardecidos que produce la destrucción
patriarcal tienen que atenuarse según la profesora de Psiquiatría de la
Universidad de Sevilla, Lola Mojarro, con el fin de la excusa social o la
justificación colectiva de que los casos de violencia de género entre
adolescentes son cosas de niños.
Basta de encubrimientos. Hay que vacunar a los sospechosos, si lo tenemos claro
con las enfermedades contagiosas por qué dudamos con aquellos jóvenes que
detectamos los educadores, o los entrenadores o los vecinos, ese germen de la
violencia en sus primeros años de vida será letal cuando alcancen la edad
adulta. Hay que reeducarlos como apunta la psicóloga experta en violencia
sexual entre menores Angélica Cuenca.
Lo que no vale es la inacción, quedarse de brazos
cruzados y exclamarse. Dejar que el viento del sur arrase a las mujeres y
entenderlo como normal, siempre fue así y siempre lo será, el patriarcado
mutante y la contemplación de la minoría silenciosa. Celebro la aportación
tecnológica que se produjo en el Congreso de Andalucía en su modalidad Hackaton
(concurso de programadores) que produjo una app de móvil que se denomina En tu
mano, es invisible y se puede activar con el volumen, inmediatamente
geolocaliza a la víctima en el momento de la agresión. No es la panacea, se necesita un dedo que la
active y muchas veces está secuestrado por el pánico, se necesita que la adolescente
tome consciencia de su situación y pueda ver más allá del enamoramiento de su supuesto
príncipe azul. Hacen falta
muchas cosas para combatir el viento pero todas están en nuestra mano.
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