No hablo de lapidación, ni de escupitajos, ni de
insultos. No soy partidario de caer en las trampas de la ira exacerbada y
cruzar los límites del respeto. Me
gustaría tan solo ver cómo los conciudadanos afectados por las tropelías de los
corruptos premian a sus defraudadores con un gesto leve pero para mí
suficiente, girar la cara y no tratarlos con la misma consideración que al
resto, marcar diferencias entre el territorio honesto y el aprovechado, es
necesario que no haya tregua en el desprecio colectivo de los que se saltan el
contrato social y deciden que son más listos que los demás. Mi apuesta es la de
castigar con un indiferencia deliberada, hiriente y consciente. No hay
presunción de inocencia cuando el propio interesado confiesa o lo pillan con
las manos en la masa. La justica es ciega y lenta, lo sabemos, nuestro giro de
cuello es sencillo, rápido y decisivo. Tú no eres de los nuestros, tú no
mereces nuestra atención, tú a partir del momento en que se sabe tu traición a
las normas de la comunidad tendrás que vagar en el mundo de los tuyos, los
corruptos, en el nuestro no tienes cabida. Háblales a ellos, míralos a ellos,
pero no a mí, yo no quiero escuchar tus palabras manchadas de excusas
insultantes ni ver tus ojos de carnero degollado para apelar a un perdón
injusto. La fuerza de la acción enaltece a los que no son de esa calaña, todos
nos son iguales y ejerce un carácter educativo-intimidador que destruye el
efecto llamada del dinero fácil.
Mi gozo en un pozo. No tengo en cuenta que esta
sociedad está repleta de cómplices y de imbéciles. Los primeros no pueden girar
la cara a Pujol en su residencia de Queralbs porque recibieron prebendas del
President y si la girasen se lo encontraría de frente por su pasado turbio (la
metáfora del árbol y las ramas en el Parlament cobra nuevo sentido).
Los imbéciles son harina de otro costal,
babean por un selfie en la cola de las votaciones del 9N, es igual que haya
defraudado a Hacienda (como Messi que recibió cálidos aplausos a la entrada de los juzgados), que se haya forrado a costa de todos (Bárcenas y sus amigos del talego) o que sea el mismísimo Hitler, yo estuve
allí, yo me rocé con la gloria y puedo vacilar con amigos y familiares de
compartir estampa con alguien distinguido, cueste lo que cueste.
Completen el tejido patrio de la ignominia con los que se creen
que no los vemos, que no sabemos y que nos los creemos. Triste convención del
PP en Extremadura arropando a su presidente con una salva de aplausos y
parabienes cuando se había aprovechado de su cargo en el Senado para viajar de
gorra a ver a su chati. Monago me parece patético (para qué atentas contra la
inteligencia de los españoles hablando de viajes de trabajo) pero los que
batían las palmas e invocaban la honradez del gorrón disparando a un enemigo invisible me parecen tan o más deleznables que él. Y luego dicen que los antisistema son los del
Coletas, pues como no los releven pronto no dejan ni la raspa.
Por cierto, casta política rancia y casposa, dejen
de hacer el memo anunciando leyes de transparencia y anticorrupción, giren la
cara los primeros y cállense, que estamos hartitos de palabras trucadas.
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