dilluns, 10 de novembre del 2014

GIRAR LA CARA




No hablo de lapidación, ni de escupitajos, ni de insultos. No soy partidario de caer en las trampas de la ira exacerbada y cruzar los límites del respeto. Me gustaría tan solo ver cómo los conciudadanos afectados por las tropelías de los corruptos premian a sus defraudadores con un gesto leve pero para mí suficiente, girar la cara y no tratarlos con la misma consideración que al resto, marcar diferencias entre el territorio honesto y el aprovechado, es necesario que no haya tregua en el desprecio colectivo de los que se saltan el contrato social y deciden que son más listos que los demás. Mi apuesta es la de castigar con un indiferencia deliberada, hiriente y consciente. No hay presunción de inocencia cuando el propio interesado confiesa o lo pillan con las manos en la masa. La justica es ciega y lenta, lo sabemos, nuestro giro de cuello es sencillo, rápido y decisivo. Tú no eres de los nuestros, tú no mereces nuestra atención, tú a partir del momento en que se sabe tu traición a las normas de la comunidad tendrás que vagar en el mundo de los tuyos, los corruptos, en el nuestro no tienes cabida. Háblales a ellos, míralos a ellos, pero no a mí, yo no quiero escuchar tus palabras manchadas de excusas insultantes ni ver tus ojos de carnero degollado para apelar a un perdón injusto. La fuerza de la acción enaltece a los que no son de esa calaña, todos nos son iguales y ejerce un carácter educativo-intimidador que destruye el efecto llamada del dinero fácil.


Mi gozo en un pozo. No tengo en cuenta que esta sociedad está repleta de cómplices y de imbéciles. Los primeros no pueden girar la cara a Pujol en su residencia de Queralbs porque recibieron prebendas del President y si la girasen se lo encontraría de frente por su pasado turbio (la metáfora del árbol y las ramas en el Parlament cobra nuevo sentido). 
Los imbéciles son harina de otro costal, babean por un selfie en la cola de las votaciones del 9N, es igual que haya defraudado a Hacienda (como Messi que recibió cálidos aplausos a la entrada de los juzgados), que se haya forrado a costa de todos (Bárcenas y sus amigos del talego) o que sea el mismísimo Hitler, yo estuve allí, yo me rocé con la gloria y puedo vacilar con amigos y familiares de compartir estampa con alguien distinguido, cueste lo que cueste. 


Completen el tejido patrio de la ignominia con los que se creen que no los vemos, que no sabemos y que nos los creemos. Triste convención del PP en Extremadura arropando a su presidente con una salva de aplausos y parabienes cuando se había aprovechado de su cargo en el Senado para viajar de gorra a ver a su chati. Monago me parece patético (para qué atentas contra la inteligencia de los españoles hablando de viajes de trabajo) pero los que batían las palmas e invocaban la honradez del gorrón disparando a un enemigo invisible me parecen  tan o más deleznables que él. Y luego dicen que los antisistema son los del Coletas, pues como no los releven pronto no dejan ni la raspa.
Por cierto, casta política rancia y casposa, dejen de hacer el memo anunciando leyes de transparencia y anticorrupción, giren la cara los primeros y cállense, que estamos hartitos de palabras trucadas.

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