Mi mujer me lo recita de forma imperativa: ¡YO
NECESITO DORMIR MIS OCHO HORAS! Yo, siempre remolón a las órdenes ajenas, suelo
esquilmar minutillos al descanso. Su mala influencia me ha llevado a dormir
mucho más y desde que le he tomado más afición a la almohada (y a otras cosas
que ahora no vienen al caso) rindo más. Pero siempre parece que necesitemos
citaciones de autoridad para creernos las verdades manifiestas. Pues nada, con
un brochazo de Psicobiología por parte de Ignacio Morgado voy que me mato.
El
sueño, por ejemplo, además de fomentar y potenciar la memoria, reorganiza la
información que almacenamos. Hace algo parecido a lo que hacía la máquina de
Alan Turing para descubrir el código secreto de los alemanes en la Segunda
Guerra Mundial.
Como si viera la cara de mi mujer. Ah, ahora que
lo dice éste tiparraco te lo crees…
Los chavales llegan a clase con ojeras, la
maquinitas los tienen secuestrados, a las primeras horas suelen están bajo
mínimos, balbucean y han aprendido el complejo arte de dormitar con los ojos
abiertos. Es un círculo vicioso, como no duermen no viven, como no viven no
tienen alimento para el sueño. Moraleja: cero patatero. Miren la estadística
on-line que hice con doce esforzados de Segundo de Bachi, seis horas y treinta
minutos de media, casi 22 días menos de sueño al año. Luego palman en la
selectividad y no saben por qué.
Está
demostrado que el sueño también sirve para descubrir regularidades y reglas
ocultas en la información que tenemos que nosotros no hemos visto
conscientemente. Yo creo que eso responde a nuestra capacidad de intuición. Esa
idea intuitiva que se nos ocurre en un momento determinado no suele aparecer
tan espontáneamente como la gente cree. Suele ocurrir después de llevar cinco
días dándole vueltas a la cuestión. Conscientemente no has conseguido dar con
la tecla, pero de noche el sueño redondea el proceso y, de repente, te sale.
A mí me ayuda mucho la ducha, cuando
empieza a caerme el agüita es cuando las ideas salen para afuera como unas
condenadas.
No quiero acabar el post sin prescribirles
fervientemente la lectura de la entrevista del experto Morgado. Explica
secretos a voces que podrían ponernos en la pista a los profes y a todo bicho
viviente de cómo mejorar nuestras capacidades. Un botón de muestra.
Las
personas más inteligentes tienen mejor memoria de trabajo. Esta memoria es la
que nos permite retener en la mente, durante un tiempo limitado, una gran
cantidad de información, como muchos dígitos o nombres. Y gracias a esta
memoria podemos procesar todos esos datos para tomar decisiones, planificar el
futuro, etc. La memoria de trabajo se puede incrementar practicando ejercicios
de ‘working memory’, como hacer crucigramas o resolver dilemas morales.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada