Advirtió que seguramente sería la última vez que
lo veríamos, no por ganas, sino porque a los ochenta años los planes tienen
escaso recorrido, todo se tiñe de condicional (también pudiera ser a los veinte
pero nos consuela el sesgo de eternidad). Y aún así vino con ahínco, con la
responsabilidad de toda la humanidad a sus espaldas encorvadas por una vida
llena de lucha. Tres mil personas, quinientos dentro y dos mil quinientas
fuera, escucharon atentamente lo que tenía que decir Pepe, en el Casinet de Hostalfrancs.
Habló del hambre, con esa ironía tan uruguaya dijo que para los dueños de verbo
político tres comidas al día no eran para tanto, el 2015 era una fecha que se
habían propuesto los magnates del
ilusionismo global para acabar con la pobreza. Promesas de cara a la
galería, hoy dice el diario que se ha reducido, pero todavía mientras escribo
mueren personas por no tener el pedazo de pan que mis alumnos tiran alegremente
a la hora del patio.
Saldremos
para adelante, no para atrás. Mujica expresaba con simplicidad que la globalización y los avances
tecnológicos son irreversibles, nuevos escenarios y nuevas oportunidades que
siempre destroza un enemigo común a lo largo de la Historia, la avaricia. Se
tira más que nunca, se acapara más que nunca, se destroza el medio ambiente a
un ritmo frenético. Pepe expresó con la emoción a flor de piel cómo la
Humanidad es capaz de romper las fronteras de la ciencia y caer en los
infiernos de la desidia y la desigualdad más brutal.
Una puya para esos jóvenes que estirados en el
sofá proclaman que no tienen futuro. La juventud es la energía, la lucha, el
deseo de cambio. Bramó contra el seguidismo de las masas y se mostró favorable
al pueblo que guía a sus líderes, a sus responsables políticos, no los que
vienen a “llevarse la plata”.
Sentí emoción de estar allí, de verlo y de sentir
que hay alguien que antes de desaparecer se despreocupa de sus intereses y
define con rigor lo que sucede: El mundo
se divide entre los que se comprometen y los que no. He sentido pena de revisar
los diarios de hoy y ver que lo único que le preocupa a esta “astuta, rica y
vieja Europa” (que definió Pepe) es la pitada contra el monarca, que la hija de
la Pantoja estuvo media hora a solas con su novio en un reality show o cualquier
declaración procedente del circo de los pactos postelectorales.
Hasta en los exabruptos estuvo acertado Pepe:
¡Basta ya de pavadas!
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