Ya es hora que la mitad de la población mundial femenina
del pasado saque la cabeza por las clases de Historia y se le dé bola con el
mismo rigor y énfasis con el que se trata a la mitad de la población masculina.
Ya está bien de tanto reverenciar a los poderosos y de ningunear a las
oprimidas y lo peor, levantar los hombros con cara de gamusino y esgrimir con
cara de que no tiene remedio que la Historia es así. La educación, junto a la familia y el Estado, son pilares básicos de difusión de la ideológica patriarcal.
La Historia ha
sido masculina porque la han escrito los hombres, la han trasmitido los hombres
y la han promocionado los hombres. Hace poco insistía el Maestro Emilio Lledó en el
Intermedio que somos memoria, no somos nada sin ella, el pasado son nuestros
cimientos, si están trucados y falseados por el omnipotente patriarcado no nos
extrañemos de la desigualdad que se produce en el ático donde habitamos ahora. Que un hombre mande es lo NORMAL, lo ha hecho a lo largo de la historia. Si lo hace una mujer, es CONTRANATURA, la aparición de la mujer en la historia está siempre supeditada a su papel de madre o de sombra de un gran hombre.
Estamos en un momento crucial para cambiar las
cosas, el mundo de la educación está mutando por culpa de la desintermediación. Cada vez hay menos intermediario entre el productor de saber y el destinatario final, la figura de los prescritores, nosotr@s, los prof@es de historia, es fundamental para voltear la hegemonía masculina.
Las nuevas tecnologías han insuflado aire fresco al cotarro y ahora se puede
beber en fuentes de agua fresca hasta ahora impensables. En el tema de género
hay una tarea ingente. El patriarcado tenía los canales de difusión de la
cultura absolutamente blindados por medio de los curriculums y los libros de
texto, con suavidad, alevosía y premeditación desterraba a las mujeres al borde
del plato y ponía los manjares masculinos en el centro del estudio. En muchos
libros de texto las mujeres suelen salir en las ilustraciones, en la chicha
(corpus) de la mayoría de los temas de historia no se reflexiona ni una
habichuela para conocer cómo vivían, qué hacían, cómo soportaban la marginación,
cuáles eran sus roles, sus logros, en fin, olvido puro y duro.
Yo empiezo a forjar mi propio curriculum, por
respeto al 50% del público que puebla mis aulas tengo que explicar otras cosas
que no aprendí en la carrera pero que me he interesado descubrir a lo largo
de mi historia. Tal como apunta Pierre Bordieu son las propias víctimas las que colaboran con los verdugos, el 50% de mujeres que puebla mis aulas está tan alienado que no se preocupa por esa marginación endémica, la encuentra NORMAL (vocablo anestésico de la conciencia femeninia). Pero yo tengo una responsabilidad sobre lo que enseño, científica y moral.
La nueva asignatura de conocimiento de la historia de la mujer
podría empezar por un trazado claro sobre su papel en la cultura y los modos de apartarla tan sibilinos que ha diseñado el poder masculino. Ahí cuento con dos aliados, You Tube (el
intermediador que desintermedia), y Laura Freixas, una profe clarividente que
se marca una conferencia virtual de lo más aclarador.
Primer material de calidad, hagan juego, colegas.
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