Déjenme que vomite a gusto. Es la única manera de
poder liberar la ignominia que cruza nuestro tiempo. El último alimento podrido
es lo que sucede con Grecia. Qué semanita hemos pasado, tragando las caras de
los gerifaltes del negocio europeo apestadas de hipocresía barata, esa pose de
inquisidores máximos, de responsables excelsos que miran a sus acreedores como
perdonándoles la vida, haciendo ver que querían un acuerdo con Tsipras y los
suyos cuando lo que pretendían es que o se bajara los pantalones o se
enfrentase a su pueblo volviendo con los bolsillos vacíos. ¡Todavía hay tiempo!
¡Es posible un acuerdo! Mentirosos de mierda, la deuda griega no la pagan los
griegos ni que les toque el Euromillón, ni que recorten prejubilaciones ni que
suban el pan ni que alquilen el Partenón para bodas, bautizos y comuniones. Pantomimas
para analfabetos, circos para indocumentados, maquillaje para tapar dos
universos irreconciliables. ¡Ni un solo número en pantalla!(aquí les dejo los del perico Gay de Liébana)
Señores y señoras, no le den más vueltas, Europa está muerta, es una entelequia que da un poco de pan a cambio de llevarse todo el trigo. Mientras por una puerta entraban los griegos con sus números rojos por la otra salía Cameron esgrimiendo un referéndum para la permanencia (cuotas de poder a repartir con los alemanes). En el ano de la gran Europa siguen muriendo miles de seres humanos (¿seguro?) que huyen de la guerra y del hambre, subidos en vallas humillantes o en pateras denigrantes. Europa muda, la pobreza asusta. Último punto del orden del día. Para qué tanto ministro y tanta reunión si al final deciden dos o tres, los del norte rico, los mercados, los fondos buitre, los americanos. Nosotros, los héroes de la recuperación económica, mendigando compasión a cambio de silencio, Rajoy, líder.
Señores y señoras, no le den más vueltas, Europa está muerta, es una entelequia que da un poco de pan a cambio de llevarse todo el trigo. Mientras por una puerta entraban los griegos con sus números rojos por la otra salía Cameron esgrimiendo un referéndum para la permanencia (cuotas de poder a repartir con los alemanes). En el ano de la gran Europa siguen muriendo miles de seres humanos (¿seguro?) que huyen de la guerra y del hambre, subidos en vallas humillantes o en pateras denigrantes. Europa muda, la pobreza asusta. Último punto del orden del día. Para qué tanto ministro y tanta reunión si al final deciden dos o tres, los del norte rico, los mercados, los fondos buitre, los americanos. Nosotros, los héroes de la recuperación económica, mendigando compasión a cambio de silencio, Rajoy, líder.
Y siguen los vómitos cuando escucho a Pedro
Sánchez, heredero de los que no pronunciaban la palabra crisis ni a tiros hasta
que se nos echó encima a lo bestia, hijo putativo de los que firmaron
sentencias de muerte en una noche sin consultar con el pueblo (el referéndum de
Tsipras calibra valentías), lo escucho prometiendo el oro y el moro para llegar
a la Moncloa y volver a las andadas. Y vomito sin límite cuando escucho al bobo
de Rajoy y su grupito de babosos agarrándose a una recuperación económica que solo
llega para los del Ibex. Y vomito con todos los que califican de extremistas a
los de Podemos o a las nuevas alcaldesas cuando mueven alguna ficha por paliar la
pobreza o los desahucios. Rebuscando tweets en lugar de buscar soluciones. Los paupérrimos griegos tienen a
Varoufakis batiéndose el cobre por su país y nosotros a De Guindos intentando
recolocarse en la UE con un puesto vitalicio lejano de las trincheras. Montoro
dando lecciones de austeridad con su Valencia y su Castilla-León hundida de deudas cuando gobernaban los suyos.. El Papa redactando
encíclicas bellísimas mientras los pederastas se suben las sotanas y los
iglesias no pagan IBI. Los independentistas catalanes más relevantes viviendo
como reyezuelos y abriendo embajadas por el mundo mientras hipotecan el país
(ese que no se quitan de la boca) vendiendo edificios y concesiones claves.
Déjenme vomitar a gusto, la única forma de
combatir a los que se creen que no nos enteramos o que no nos acordamos.
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