divendres, 27 de març del 2015

SALUD Y LARGA VIDA ERRANDO



Dedicado a mi Cèlia que me legó al Profeta Manolo García.

Soy un enamorado de la polisemia, constata la vida que corre por las venas del lenguaje y la adaptación de los significados a la sociedad que se los asigna. El brindis de inicio de post es obra del Profeta Manolo García (extraído de su homilía EXPRIMIR LA VIDA). Intentaré estar a la altura de tan altísimo celebrante para llenar la copa de buen vino.
La primera acepción de errar en el diccionario se vincula al yerro (no es un metal), a la equivocación o al descuido. Curioso si se tiene en cuenta que la etimología más antigua nace del latín errare que significaba ir sin rumbo o vagar. Moraleja, aquel que se aparta del camino marcado (la norma) y se atreve a caminar sin objetivos prefijados inmediatamente se le atribuye la etiqueta de equivocado. Poco a poco se van desplegando los enemigos semánticos para ir apuntalando la idea: desde divagar es errar en sentido discursivo hasta el aberrante en el sentido moral.
Sakir Gokcebag
Sigo estirando del hilo. Viajar como metáfora de la vida. Por una parte ese viaje organizado, ortodoxo, con escalas pautadas, con lugares de visita obligados, con museos y restaurantes de inexcusable cumplimiento, con monumentos donde hacerse un buen selfie, pasar por la superficie (de la vida) de las ciudades sin detenerse demasiado en lo exótico o en lo enigmático o si me dejan, en lo aberrante. Por otro, viajar (vivir) contracorriente, esquivar lo que nos marcan para descubrir por uno mismo. Salud y larga vida a los viajantes errantes, porque la vida la vivimos todos pero los destinos y los ojos que delinquen y profanan los espacios son de cada uno. Dice el pensador y novelista Rafael Arguyol: La única posibilidad de viajar está vinculada con la calidad de la mirada. Y en ese sentido no hace falta desplazarse kilómetros. Puedes viajar sin moverte del barrio o yendo a la Patagonia.  Por mucho que se empeñen en organizarnos dejen que la divagación les lleve al imprevisto.
El segundo licor con el que lleno de nuevo la copa antes de brindar por yerros y aberrantes me lo incorpora el premio Cervantes y Maestro de pro Pepe Caballero-Bonald. Habla de sus nietos, de las nuevas hornadas de viajantes. “Son de otro mundo, claro. Monosilábicos: “sí, no, ya”. Están en el laberinto de la informática y eso supone una barrera. El riesgo de aislamiento está ahí mismo. Es como si no tuvieran interés por salir a ver la vida, a andar descubriendo el mundo, qué se yo…”. Le preguntan qué hacia él en su tierna juventud. “Pues lo normar: salir a buscar la aventura, la libertad que te aguardaba fuera de casa. Era la guerra, la inmediata posguerra, y escaparte de la vigilancia doméstica era como probar la libertad”.
En el sofá del nido familiar hasta los treinta y tantos años no puede vivirse el espíritu errante. Se sigue la línea recta que marca la ortodoxia del subsidio, se desconoce la esencia de la libertad y se pasa por la vida como un turista accidental.

dijous, 26 de març del 2015

UN MINUTO DE SILENCIO



Lamento el accidente aéreo en el que se vio implicado el vuelo 4U9525 de Germanwings con destino Dusseldorf. Comprendo el dolor de sus familiares y su abatimiento. Me parece bien un recuerdo para las 150 víctimas del tráfico suceso. De ahí en adelante no entiendo muy bien casi nada. De ahí en adelante los vecinos, los compañeros de curro, el panadero y sus clientes, los niños en sus escuelas y los viajeros del metro empiezan a moverse de una forma automática y a utilizar expresiones empaquetadas para la ocasión para que la noria gire al ritmo que tocan los acordes de lo socialmente correcto. La negatividad se combate con una ceremonia casi absurda. Podría considerarlo un proceso banal e irreflexivo, un comportamiento modernamente tribal, creo que va más allá. 


Hay algo que me produce mal gusto y un cosquilleo molesto por dentro. Constato que en este mundo hay clases hasta en la muerte. ¡Vaya descubrimiento! El ajo sigue oliendo a ajo aunque aceptemos que es lógico que un ajo huela así. Son los medios de comunicación los que dictan la importancia de cada fallecido, los que gastan tinta o cintas de video para trasmitirnos la partitura de lo que debemos sentir. ¡Pues claro, comunican! Hay muertes próximas y muertes lejanas. Las lejanas son como si sucediesen en una película y como el cine es virtual pues no remueven ni un ápice de compasión. Otra cosa son las muertes nuestras, las que se producen cerca de donde respiramos, las de alguien con el que nos rozamos, entonces sí las sentimos (sobre todo si es blanco, con papeles y de clase media). Es normal. Es comprensible. Es lógico. Depende. En esa jerarquía están comprendidos nuestros valores subliminales, detrás del precio de cada muerte está lo que vale su vida. Las que se venden al por mayor y otras que son más caras porque son exclusivas, únicas. O útiles.  
No quiero caer en la demagogia ni tan siquiera bordearla pero me sorprende que no hagamos minutos de silencio más habitualmente, no cuesta tanto. Me sorprende que nuestros políticos no repitan más habitualmente que van a poner “todos los medios disponibles” no solo en repatriar cadáveres (que deben hacerlo) sino en evitar que la gente anónima se muera debajo de un puente o esperando un tratamiento de coste astronómico. Tres presidentes unidos  (el cuarto encubierto, Artur Mas) mirando las montañas donde se estrelló el aparato me hacen sentirme manipulado y pedir un minuto de silencio por la dignidad, o mejor, por la igualdad.


dimarts, 24 de març del 2015

NO PODER PODER



Nuestro pequeño mundo es muchas veces una ciénaga (me inspiró la película del mismo título dirigida por Lucrecia Martel y que se proyectó ayer en el ciclo Amigas coordinado por Laura Freixas). Un lugar hostil en el que se paraliza toda lógica y por mucho que nos esforzamos en escapar no conseguimos otra cosa que hundir nuestro peso en un lodazal inexorable. Nos revolvemos espasmódicamente intentando evitar el fatídico momento en el que la boca y la nariz se convertirán en autopistas de excrementos que nos pudrirán irremediablemente. Solo acierto a intuir una solución. 


Una cámara externa al proceso, suspendida en la nada, que nos revele poco a poco cómo pudimos llegar hasta allí y detecte una salvadora reja de salida. En la película, nada de nada. En la realidad, casi igual. Las arenas movedizas tienen mal negocio y no dejan escapar a los incautos. La cámara es metáfora de un pensamiento elevado, aéreo, ajeno. Las ideas terráqueas surgidas de la atmósfera de la ciénaga no tienen fuerza liberadora. Advierto que para accionar el mando de la cámara es necesaria una fe que ejerza de disolvente. Dentro de la ciénaga los grumos paralizan el cerebro de sus sórdidos habitantes. Unos se ponen en manos de la inacción que bebe del futuro, otros se encomiendan al positivismo sin fundamento, a los dioses de sus ancestros, a la nueva idolatría del dinero, al insaciable y artificial sexo pornográfico. Una mayoría confía en las pistolas y sus derivados, la violencia es inofensiva cuando la gravedad hunde el cuerpo que la genera.
El sistema capitalista nos inocula la tiranía sobre nosotros mismos. El verbo poder (nosotros lo tenemos que poder todo) reina a sus anchas, ya nadie nos subyuga, se acabaron los negreros externos, para qué, ya tenemos uno dentro que nos esclaviza a tiempo completo. El plenipotenciario poder ha arrinconado al caduco deber. El deber rendía cuentas en el exterior de nosotros mismos, se podían expiar las culpas con una oración, una disculpa o una multa. El verbo poder nos arrincona a una endémica frustración. Tal como explica Byung-Chul Han en su libro La agonía del Eros andamos sumergidos en una ciénaga construida con un narcisismo irrespirable (ego absoluto y ausencia de alteridad), dominada con el látigo del éxito y la producción, sufrida como una depresión global y amasada con una igualación perversa que combate las singularidades. La ortodoxia somete la soluciones liberadoras a un dictado previsible. Las sogas nos aprietan hasta forzarnos un cansancio vital (insolvencia física califica el pensador coreano) que nos hace mutar de seres vivos a meros supervivientes. 

El superviviente equivale al no muerto, demasiado muerto para vivir y demasiado vivo para morir.   

La única esperanza según Byung-Chul Han debemos ponerla en el Eros, arranca al sujeto de sí mismo y lo conduce fuera, hacia el otro. Aunque agoniza en la ciénaga, hay un tímida esperanza.  Hoy solo un apocalipsis puede liberarnos, es más redimirnos, del infierno de lo igual hacia el otro.



dilluns, 23 de març del 2015

DISCURSITOS



Qué es un político sin escenario, sin atril y sin palmeros. Qué es una política sin discursito y sin cámaras de televisión o alcachofas de radio. Qué son un político o una política sin promesas, sin cornadas al contrario y sin verborrea grandilocuente que nunca aterriza en el precio del pan. Ya les respondo yo, casi nada. 


Nos han tenido sufuciente con dos semanas de campaña, sin hacer caso a la resaca ya andan los artistas discurseando con los resultados y preparando las próximas. Y venimos de ocho o diez meses del cacareado fin del bipartidismo y de la nueva política. Y yo que no veo nada por ningún sitio, discursitos vacuos por doquier con la única intención de confundir al personal para que al final ponga el voto donde menos debe.
¡Hemos entrado en un ciclo electoral! Lo gritan a los cuatro vientos los analistas políticos a sueldo, los opinadores profesiones o los tertulianos endémicos (lo pongo en masculino porque mayoritariamente así es). Vocean como si llegara la peste cuando en el fondo les llega el marisco fresco. Hacer ver que reflexionan sesudamente (o vulgarmente), apelan a la historia o al ingenio, tanto da, a unas cifras volátiles que refuerza el bastón del que les paga. ¿Y los ciudadanos? Pues… se distraen, se enervan, se exclaman, se ríen, se duelen. ¿Y después? Casi todo igual. Ya se sabe, los políticos y sus discursitos. Nos hemos acostumbrado a la ceremonia parafernálica de los que nos gobiernan. Los nuevos, los renovadores, los que traen el champú anticaspa tampoco se pueden reprimir un buen discursito (una idea, repetirla, subir la voz poco a poco y esperar que estalle el público en comprados aplausos). Resumiendo, otros perros y los mismos collares, la puesta escena de toda la vida, el manido mitin político.  
Imaginan que estuviera absolutamente prohibido por ley. Que la campaña electoral fueran un período de sobriedad absoluta. Nada de zarandajas, solo documentos firmados con las cifras de la gestión de los que están el poder, repartidos en cada casa para ser estudiados con detenimiento. Otros formularios para los aspirantes con lo que se proponen conseguir (avalado con su patrimonio o con su renuncia en caso de no conseguirlo). Que los micrófonos no pudieran amplificar sus mentiras porque estuvieran retransmitiendo verdades, que los oídos destrozados de los ciudadanos descansasen una larga temporada de chorradas.
¿Aumentaría el paro? Sin duda. Que siga el espectáculo pero que lo paguen otros.

dijous, 19 de març del 2015

PADRE. CERRADO POR REFORMAS.



Todo está en crisis, la familia está la primera de la cola y la figura paterna en la punta de la nariz. Es hora de que se ofrezca al colectivo la oportunidad de desvincularse del bobalicón San José y su comportamiento comparsa. Ha sonado el despertador para adaptarse a las exigencias de una sociedad igualitaria, se necesita algo más que una renovación de chapa y pintura. Tal vez habría que acondicionar el habitáculo para que no sufra con los vientos libertarios que se esperan. Las revisión de la masculinidad obliga a no saltarse la asignatura de la paternidad.
Ha quedado obsoleto el traje de sustentador absolutos de la familia, el cazador que llega a la hora de la cena y que se lía a repartir bofetones y besos dependiendo de las circunstancias anda tramitando la jubilación. Tampoco se pueden trasmutar los roles maternos vía papel de calca, poco creativo y falsario, los casos que conozco suenan a melodía plagiada y curte. A los padres actuales les falta personalidad propia, reflexión sobre su nueva condición, convencimiento para romper el corsé heredado y para escapar de la sombra alargada de los modelos de padres que tuvieron, San Pepe incluido. Hay que limpiar la brújula para orientarse correctamente en los nuevos parámetros del amor dimitido del romanticismo (amor radical) y en las nuevas tipologías familiares surgidas tras la caída del monopolio. Se acabaron los tiempos de los calcetines y las corbatas, de no sé planchar ni coser, de los discursos en las grandes ocasiones, de ser voceros (a veces inconsciente) de  un  patriarcado rancio que aunque se cae a trozos sigue siendo rentable. Se acabó el fútbol (sí, el fútbol y todo lo que huela a uniformidad). De tener siempre la razón y tener una solución para todo, de mantener el trono a toda costa, de hacerse el longuis de cosas que todo el mundo sabe porque al papa no se le pueden decir las cosas porque no las entiende. Hay que participar plenamente del negocio familiar, al cincuenta por ciento y sin complejos. 
Una última advertencia. No me acabo de fiar de los movimientos pseudohipsters y los aludes de padres tardíos que con la megamitificación de la condición paterna quieren un gramo de eternidad y a la chita callando puedan andar conspirando sibilinamente para que sea homologado un mutado patriarcado políticamente correcto.